"SE MUTILARÁ CONVENIO 169 DE LA OIT CON DECRETO PROMULGATORIO"
El Senador Alejandro Navarro denuncia inconstitucionalidad:
El parlamentario llamó al Ministro Viera Gallo a "guardar la tijera, y no comprometer a la Presidenta en esta traición a los pueblos originarios".
Señalando su total molestia y recjhazo a lo que considera “un intento premeditado de mutilación al Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas, por medio del decreto promulgatorio que se publicará en el Diario Oficial" el senador Alejandro Navarro dijo que “se pretende fundar la promulgación del tratado con una declaración interpretativa que no fue aprobada por el Senado. Eso es inconstitucional, e implica actuar de mala fe, y hacer historia de la ley con elementos parciales y no definitivos".
El parlamentario señaló que "el decreto de ratificación del Convenio 169 expedido por el Ministerio de RREE a la OIT, contiene la referencia del intercambio epistolar entre Viera-Gallo y la Oficina de Normas de la OIT. Esa carta es previa a la aprobación del Senado, que no contiene ninguna declaración interpretativa. La única declaración concreta se hizo en la Comisión de RREE. Y ahora se pretende fundar la promulgación del tratado y su publicación en el Diario Oficial con una declaración interpretativa que nunca fue votada ni aprobada”.
"A nuestro juicio -agregó- esta cita a las cartas a la OIT, tienen como única función desactivar la aplicación del Convenio mediante recursos judiciales ante el Tribunal Constitucional. Esta actitud no es tolerable, pues lesiona gravemente la relación entre el Ejecutivo y el Poder Legislativo, particularmente con el Senado. Por esta razón, pondré estos antecedentes en manos del Presidente de nuestra Corporación, pues yo no aprobé el Convenio 169 con ninguna declaración, lo aprobé, junto con mis colegas, con excepción de Novoa que votó en contra, sin ningún intento de mutilación”.
Navarro indicó que no es posible que Viera-Gallo utilice como fundamento una parte no definitiva de la tramitación del Convenio. La prueba de todo esto está en las actas del Senado, y los oficios enviados al Ejecutivo. No existe ninguna declaración sugerida por el Senado. Es más, la Constitución es clara en señalar que ni siquiera el Senado, si no que es el Congreso en su conjunto quien debe "sugerir una declaración", para que esta sea válida. Pero nada de ello ha ocurrido. Viera-Gallo no puede pretender consolidar una declaración que no fue aprobada ni con los votos del Senado, ni con los votos de la Cámara de Diputados".
El legislador añadió que "el gobierno ha señalado que el intercambio epistolar con la OIT pretende determinar el alcance de algunas de las disposiciones del Convenio en el ordenamiento jurídico chileno. Pero esto, que no es necesario, sólo revela el intento de boicot de un tratado en los descuentos de su proceso de tramitación. Jamás la OIT ha permitido reservas o declaraciones interpretativas en su práctica institucional. Las ratificaciones y los decretos promulgatorios deben ser hechos de manera pura y simple, no condicionada, sino entonces ¿para qué aprobamos el Convenio, para qué lo suscribió el Ejecutivo?".
Navarro sostuvo que "esta solución a la chilena, es igual a lo que intentó Guatemala, cuyo decreto promulgatorio interno, supeditaba la vigencia de las normas del Convenio a su legislación interna, lo que trabó la aplicación del Convenio 169 por 10 años. Los creadores de esta estratagema no se saldrán con la suya. Cualquiera limitación de los efectos del Convenio 169 presente en el decreto promulgatorio adolecerá de nulidad de derecho público, pues nadie puede dificultar de manera ilegal un tratado de derechos humanos".
El senador dijo que “si el gobierno de Chile no pudo mutilar el Convenio ante la OIT, no puede hacerlo ante el derecho interno. Apelaremos a todas las instancias, incluida la Contraloría General de la República y la propia OIT, para declarar ilegal esta estrategia así como el decreto promulgatorio. Este decreto debe ser objetado, pues consolida una declaración interpretativa irregular, que no ha sido dictada de acuerdo a la Constitución".
Finalmente, el parlamentario de la Región de Bío-Bío dijo que “entregaremos estos antecedentes a las organizaciones indígenas del país, de manera que sean ellos mismos quienes reclamen por esta situación irregular e injusta que busca burlar y escamotear la larga lucha que han dado los pueblos originarios para que este Convenio sea ratificado por Chile. A los pueblos no les sirve un decreto inconstitucional que la OIT terminará rechazando y que, en los hechos, seguirá retrasando y limitando el ejercicio de los derechos contenidos en ese importante instrumento internacional”.
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Carlos Contreras
a la/s
11:21 p.m.
DECLARACION DE LA MONEDA
Unasur
Reunidos en el Palacio de La Moneda en Santiago de Chile el 15 de septiembre, con el propósito de considerar la situación en la República de Bolivia y recordando los trágicos episodios que hace 35 años en este mismo lugar conmocionaron a toda la humanidad.
Considerando que el tratado constitutivo firmado en Brasilia el 23 de mayo de 2008 consagra los principios del irrestricto respeto a la soberanía, a la no injerencia en asuntos internos, a la integridad e inviolabilidad territorial; a la democracia y sus instituciones y al irrestricto respeto a los derechos humanos.
Ante los graves hechos que se registran en la hermana república de Bolivia y en pos del fortalecimiento del diálogo político y la cooperación por el fortalecimiento de la seguridad ciudadana, los países integrantes de Unasur:
1. Expresan su más pleno y decidido respaldo al gobierno constitucional del Presidente Evo Morales, cuyo mandato fue ratificado por una amplia mayoría en el reciente referéndum.
2. Advierten que sus respectivos gobiernos rechazan enérgicamente y no reconocerán cualquier situación que implique un intento de golpe civil, la ruptura del orden institucional o que comprometa la integridad territorial de la República de Bolivia.
3. Consecuente con lo anterior, y en consideración a la grave situación que afecta a la hermana República de Bolivia, condenan el ataque a instalaciones gubernamentales y a la fuerza pública por parte de grupos que buscan la desestabilización de la democracia boliviana, exigiendo la pronta devolución de esas instalaciones como condición para el inicio de un proceso de diálogo.
4. A la vez, hacen un llamado a todos los actores políticos y sociales involucrados a que tomen las medidas necesarias para que cesen inmediatamente las acciones de violencia, intimidación y de desacato a la institucionalidad democrática y al orden jurídico establecido.
5. En ese contexto, expresan su más firme condena a la masacre que se vivió en el departamento de Pando y respaldan el llamado realizado por el gobierno boliviano para que una comisión de Unasur pueda constituirse en ese hermano país para realizar una investigación imparcial que permita establecer, esclarecer a la brevedad este lamentable suceso y formular recomendaciones de tal manera de garantizar que el mismo no quede en la impunidad.
6. Instan a todos los miembros de la sociedad boliviana a preservar la unidad nacional y la integridad territorial de ese país, fundamentos básicos de todo Estado y a rechazar cualquier intento de socavar estos principios.
7. Hacen un llamado al diálogo para establecer las condiciones que permitan superar la actual condición y concertar la búsqueda de una solución sustentable en el marco del pleno respeto al Estado de Derecho y al orden legal vigente.
8. En ese sentido los presidentes de Unasur acuerdan crear una comisión abierta a todos sus miembros coordinada por la presidencia pro tempore para acompañar los trabajos de esa mesa de diálogo conducida por el legítimo gobierno de Bolivia.
9. Crean una comisión de apoyo y asistencia al gobierno de Bolivia en función de sus requerimientos incluyendo recursos humanos especializados.
Unasur
Reunidos en el Palacio de La Moneda en Santiago de Chile el 15 de septiembre, con el propósito de considerar la situación en la República de Bolivia y recordando los trágicos episodios que hace 35 años en este mismo lugar conmocionaron a toda la humanidad.
Considerando que el tratado constitutivo firmado en Brasilia el 23 de mayo de 2008 consagra los principios del irrestricto respeto a la soberanía, a la no injerencia en asuntos internos, a la integridad e inviolabilidad territorial; a la democracia y sus instituciones y al irrestricto respeto a los derechos humanos.
Ante los graves hechos que se registran en la hermana república de Bolivia y en pos del fortalecimiento del diálogo político y la cooperación por el fortalecimiento de la seguridad ciudadana, los países integrantes de Unasur:
1. Expresan su más pleno y decidido respaldo al gobierno constitucional del Presidente Evo Morales, cuyo mandato fue ratificado por una amplia mayoría en el reciente referéndum.
2. Advierten que sus respectivos gobiernos rechazan enérgicamente y no reconocerán cualquier situación que implique un intento de golpe civil, la ruptura del orden institucional o que comprometa la integridad territorial de la República de Bolivia.
3. Consecuente con lo anterior, y en consideración a la grave situación que afecta a la hermana República de Bolivia, condenan el ataque a instalaciones gubernamentales y a la fuerza pública por parte de grupos que buscan la desestabilización de la democracia boliviana, exigiendo la pronta devolución de esas instalaciones como condición para el inicio de un proceso de diálogo.
4. A la vez, hacen un llamado a todos los actores políticos y sociales involucrados a que tomen las medidas necesarias para que cesen inmediatamente las acciones de violencia, intimidación y de desacato a la institucionalidad democrática y al orden jurídico establecido.
5. En ese contexto, expresan su más firme condena a la masacre que se vivió en el departamento de Pando y respaldan el llamado realizado por el gobierno boliviano para que una comisión de Unasur pueda constituirse en ese hermano país para realizar una investigación imparcial que permita establecer, esclarecer a la brevedad este lamentable suceso y formular recomendaciones de tal manera de garantizar que el mismo no quede en la impunidad.
6. Instan a todos los miembros de la sociedad boliviana a preservar la unidad nacional y la integridad territorial de ese país, fundamentos básicos de todo Estado y a rechazar cualquier intento de socavar estos principios.
7. Hacen un llamado al diálogo para establecer las condiciones que permitan superar la actual condición y concertar la búsqueda de una solución sustentable en el marco del pleno respeto al Estado de Derecho y al orden legal vigente.
8. En ese sentido los presidentes de Unasur acuerdan crear una comisión abierta a todos sus miembros coordinada por la presidencia pro tempore para acompañar los trabajos de esa mesa de diálogo conducida por el legítimo gobierno de Bolivia.
9. Crean una comisión de apoyo y asistencia al gobierno de Bolivia en función de sus requerimientos incluyendo recursos humanos especializados.
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Carlos Contreras
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6:11 p.m.
SENADOR NAVARRO Y BOLIVIA: CRITICA A LA ALIANZA Y APOYO A LA PRESIDENTA BACHELET
Su total respaldo a la mandataria Michelle Bachelet y al Gobierno, “por la prudente y certera decisión de convocar a una reunión extraordinaria de presidentes integrantes de la Unasur para coordinar acciones en busca de apoyar la solución del conflicto de Bolivia”, expresó el senador Alejandro Navarro, quien a la vez criticó duramente a la Alianza por Chile “por atacar a Presidenta y a Hugo Chávez, con el claro fin de desviar la atención y omitir la responsabilidad de EEUU en esta situación, que cada vez más se asemeja a lo que sufrimos en nuestro país cuando la CIA intervino y derrocó al presidente Salvador Allende, mediante el golpe de Estado”.
El legislador fue enfático en señalar que “el silencio otorga, y con ese silencio la derecha, heredera de la dictadura chilena, está avalando la intentona de golpe al gobierno constitucional de Bolivia, que en el pasado referendo del 10 de agosto alcanzó un 67,41 por ciento de respaldo. Con esto la derecha no hace otra cosa de dejar en evidencia su esquizofrenia y remarcar y acrecentar su imagen agresiva, pro- estadounidense y poco solidaria con la integración de los pueblos y con la solidaridad entre los países de Latinoamérica”
Navarro dijo que “mañana lunes, junto a parlamentarios de la Concertación le haremos llegar una carta al presidente Evo Morales, manifestándole nuestra solidaridad para con su Gobierno y para con el pueblo boliviano, expresando nuestro rechazo al intento golpista que la minoría boliviana quiere imponer en el país, con el apoyo seguro de la CIA y de EEUU, quienes se han hecho expertos en tratar de derrocar gobiernos constitucionales, electos democráticamente, tal cual lo hizo en Chile en el 73 y que en el 2002, a buena hora, no les resultó en Venezuela”
A la vez, el senador PS dijo anunció que esta semana va a presentar un Proyecto de Acuerdo en el Senado que busca respaldar a Bolivia y solidarizar con el Presidente Evo Morales, quien debe ser firme y denunciar a nivel internacional la injerencia de EEUU. Y en ese sentido, Chile no puede hacer vista gorda y oídos sordos cuando un país hermano, como es Bolivia, electo democráticamente, está siendo atacado e intervenido”.
Agregó que “basta de echarle la culpa a Hugo Chávez, si bien sus reacciones no son el gusto de todos, hay que entender que todos los mandatarios tiene su propio estilo, tal y como lo han tenido en este conflicto el Presidente Correa, la Presidenta Cristina Fernández; Lula en brasil y nuestra propia mandataria, todos seguidos por un fin mediador e integrador, motivados para que el problema se soluciones, evitando a toda costa que en Bolivia se repitan los tristes y trágicos hechos que vivimos en Chile con el golpe y con Pinochet”
El senador Navarro expresó que “el problema de América no es Chávez, es la CIA; y en ese contexto la derecha no puede esconder la cabeza como la avestruz y no ver y reconocer la advertencia de golpe que tiene el presidente Evo Morales y la crisis que está provocando la intervención de EEUU en ese país. ¿Mi pregunta es qué dice Larraín, Coloma y compañía ante estos ataques? ¿Cuál es su posición respecto al intervencionismo estadounidense?”
El legislador dijo que a la derecha chilena “a quienes le complica el apoyo a Bolivia que ha dado el presidente Hugo Chávez; pero no les complica ni critican el intervencionismo golpista que tiene EEUU en contra de Bolivia, lo que es repugnante e incomprensible. Con lo que Larraín y Coloma dejan en claro que no han aprendido nada de la historia de Chile y que siguen protegiendo el intervencionismo norteamericano en contra de los gobiernos electos democráticamente, y haciendo vista gorda de los ataques, en una lógica actual golpista al igual que la posición que tuvieron el 73”.
Navarro expresó que “la derecha chilena jamás ha comprendido las repercusiones que tiene para un país el intervencionismo de Estados Unidos y las implicancias de un golpe de Estado, solo así se explica el silencio y la pasividad de las declaraciones que han realizado los dirigentes y parlamentarios de la Alianza respecto al conflicto que hoy está afectando a Bolivia y su gente”.
El parlamentario señaló que "no hay que tenerle miedo al gobierno norteamericano. No podemos seguir asumiendo que la oposición boliviana está sola, que no hay intervención. No podemos ser rehenes de quienes diseñan el caos y lo exportan en lugares donde sus empresas comienzan a perder el control de los recursos naturales de países previamente dependientes. Ahora Bolivia es libre, y los pueblos deben proteger y respetar la decisión mayoritaria del pueblo boliviano"
Navarro agregó que "nuestro país, a pesar de su pasado, el 2002 apoyó el golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Hugo Chávez. No podemos repetir uno de los episodios más bochornosos de la política exterior de nuestro país, menos después de un referendum revocatorio, donde Evo puso su puetso a disposición , y a pesar del esfuerzo de la oposición, ganó por más del 60% de los votos. La democracia no es ir a las urnas y luego desconocer el resultado".
Su total respaldo a la mandataria Michelle Bachelet y al Gobierno, “por la prudente y certera decisión de convocar a una reunión extraordinaria de presidentes integrantes de la Unasur para coordinar acciones en busca de apoyar la solución del conflicto de Bolivia”, expresó el senador Alejandro Navarro, quien a la vez criticó duramente a la Alianza por Chile “por atacar a Presidenta y a Hugo Chávez, con el claro fin de desviar la atención y omitir la responsabilidad de EEUU en esta situación, que cada vez más se asemeja a lo que sufrimos en nuestro país cuando la CIA intervino y derrocó al presidente Salvador Allende, mediante el golpe de Estado”.
El legislador fue enfático en señalar que “el silencio otorga, y con ese silencio la derecha, heredera de la dictadura chilena, está avalando la intentona de golpe al gobierno constitucional de Bolivia, que en el pasado referendo del 10 de agosto alcanzó un 67,41 por ciento de respaldo. Con esto la derecha no hace otra cosa de dejar en evidencia su esquizofrenia y remarcar y acrecentar su imagen agresiva, pro- estadounidense y poco solidaria con la integración de los pueblos y con la solidaridad entre los países de Latinoamérica”
Navarro dijo que “mañana lunes, junto a parlamentarios de la Concertación le haremos llegar una carta al presidente Evo Morales, manifestándole nuestra solidaridad para con su Gobierno y para con el pueblo boliviano, expresando nuestro rechazo al intento golpista que la minoría boliviana quiere imponer en el país, con el apoyo seguro de la CIA y de EEUU, quienes se han hecho expertos en tratar de derrocar gobiernos constitucionales, electos democráticamente, tal cual lo hizo en Chile en el 73 y que en el 2002, a buena hora, no les resultó en Venezuela”
A la vez, el senador PS dijo anunció que esta semana va a presentar un Proyecto de Acuerdo en el Senado que busca respaldar a Bolivia y solidarizar con el Presidente Evo Morales, quien debe ser firme y denunciar a nivel internacional la injerencia de EEUU. Y en ese sentido, Chile no puede hacer vista gorda y oídos sordos cuando un país hermano, como es Bolivia, electo democráticamente, está siendo atacado e intervenido”.
Agregó que “basta de echarle la culpa a Hugo Chávez, si bien sus reacciones no son el gusto de todos, hay que entender que todos los mandatarios tiene su propio estilo, tal y como lo han tenido en este conflicto el Presidente Correa, la Presidenta Cristina Fernández; Lula en brasil y nuestra propia mandataria, todos seguidos por un fin mediador e integrador, motivados para que el problema se soluciones, evitando a toda costa que en Bolivia se repitan los tristes y trágicos hechos que vivimos en Chile con el golpe y con Pinochet”
El senador Navarro expresó que “el problema de América no es Chávez, es la CIA; y en ese contexto la derecha no puede esconder la cabeza como la avestruz y no ver y reconocer la advertencia de golpe que tiene el presidente Evo Morales y la crisis que está provocando la intervención de EEUU en ese país. ¿Mi pregunta es qué dice Larraín, Coloma y compañía ante estos ataques? ¿Cuál es su posición respecto al intervencionismo estadounidense?”
El legislador dijo que a la derecha chilena “a quienes le complica el apoyo a Bolivia que ha dado el presidente Hugo Chávez; pero no les complica ni critican el intervencionismo golpista que tiene EEUU en contra de Bolivia, lo que es repugnante e incomprensible. Con lo que Larraín y Coloma dejan en claro que no han aprendido nada de la historia de Chile y que siguen protegiendo el intervencionismo norteamericano en contra de los gobiernos electos democráticamente, y haciendo vista gorda de los ataques, en una lógica actual golpista al igual que la posición que tuvieron el 73”.
Navarro expresó que “la derecha chilena jamás ha comprendido las repercusiones que tiene para un país el intervencionismo de Estados Unidos y las implicancias de un golpe de Estado, solo así se explica el silencio y la pasividad de las declaraciones que han realizado los dirigentes y parlamentarios de la Alianza respecto al conflicto que hoy está afectando a Bolivia y su gente”.
El parlamentario señaló que "no hay que tenerle miedo al gobierno norteamericano. No podemos seguir asumiendo que la oposición boliviana está sola, que no hay intervención. No podemos ser rehenes de quienes diseñan el caos y lo exportan en lugares donde sus empresas comienzan a perder el control de los recursos naturales de países previamente dependientes. Ahora Bolivia es libre, y los pueblos deben proteger y respetar la decisión mayoritaria del pueblo boliviano"
Navarro agregó que "nuestro país, a pesar de su pasado, el 2002 apoyó el golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Hugo Chávez. No podemos repetir uno de los episodios más bochornosos de la política exterior de nuestro país, menos después de un referendum revocatorio, donde Evo puso su puetso a disposición , y a pesar del esfuerzo de la oposición, ganó por más del 60% de los votos. La democracia no es ir a las urnas y luego desconocer el resultado".
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Carlos Contreras
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3:42 p.m.
¿EL FIN DEL PARTIDO SOCIALISTA?
Escrito por Jorge Arrate, Ex Presidente del Partido Socialista
“La Concertación será un partido único”, dice el titular de la entrevista al Secretario General del Partido Socialista publicada hace un par de semanas por “Ercilla”. Allí Marcelo Schilling señala que no hay ya diferencias entre los cuatro partidos que integran la Concertación: “yo casi no puedo expresar ninguna”. Y anuncia: “Tal vez no ahora y bajo modalidades que yo no puedo predecir, pero puedo casi asegurar que la Concertación va a terminar siendo el partido de la Concertación”.
Estos planteamientos visibilizan un debate indispensable, gracias a la disposición de Schilling para asumir riesgos políticos a cambio de promover los proyectos que considera deseables. No es poco en una Concertación que ha hecho de la hipocresía política un método y que es hasta ahora incapaz de romper con el molde del continuismo.
Sería cómodo criticar al Secretario General esgrimiendo un “nacionalismo de partido”. Los partidos no son sólo ideas, poderes y frías razones, también son emociones, memorias e identidad. Pero, no es esta la línea argumental que quisiera desarrollar ahora. Me parece de más interés aquello que Schilling pone sobre el tapete sin sentimentalismos: los partidos son entes históricos y por tanto no son inmortales. Deben cumplir una función específica para justificar su sobrevivencia.
El actual Partido Socialista vivió hace unos años una tentativa, frustrada a pesar de estelares apoyos partidarios y externos, cuyo propósito era la fusión con el PPD. Previamente, el proceso de reunificación socialista de 1989 y la posterior inscripción legal del PS fueron intervenidos por la idea de absorber los segmentos socialistas dentro del instrumental Partido por la Democracia. Eran los tiempos cuando algunos preferían no tener historia a tener una tan marcada como la de los socialistas y de la izquierda, cuando la conveniencia de corto plazo era carecer de referentes teóricos o hacerlos lo más difusos posibles. En aquella época muchos evitaban pronunciar el nombre de Allende y comenzaban a desbordar la “renovación” original para llevarla al paroxismo travestista al que ha llegado. Pero el propósito explícito de la entrevista de revista “Ercilla” es más abarcador: no se trata de fundirse con el PPD, sino con el conjunto de la actual Concertación.
El objetivo es coherente con la tercera etapa histórica de la política de alianzas que vive hoy el Partido Socialista: la alianza preferencial con los democristianos (la primera privilegió al Partido Comunista, la segunda el entendimiento con los partidos concertacionistas laicos PPD y PR). El Partido Demócrata Cristiano, sin embargo, no comparte el horizonte del Secretario General del PS. Soledad Alvear ha señalado de inmediato que su partido no está disponible para renunciar a sus definiciones doctrinarias. No debiera sorprender: es poco razonable creer que la disolución del Partido Socialista y su incorporación al Partido de la Concertación, como horizonte político, no despertarán a lo menos ciertas dudas. Por mi parte, quisiera exponer algunas.
Si el Partido Socialista llegara a autoeliminarse no será simple recoger sus principios esenciales en una fuerza política como el Partido de la Concertación y sostener definiciones socialistas y de izquierda. Tampoco será posible hacer olvidar su ideario y tratar de enterrarlo con un funeral de primera. Entonces, la eutanasia socialista dejaría a miles como yo sin partido pero con las ideas socialistas, sin partido pero con una visión de izquierda. El Partido Socialista habría terminado, pero las ideas socialistas no.
La Concertación, en vez de sustentarse como una coalición entre fuerzas de centro y de izquierda, ha tendido a convertirse en un consorcio de centro-izquierda excluyente. Su conversión en un partido que absorba a sus integrantes actuales culminaría esa tendencia perjudicial. Un camino positivo, en cambio, sería reconstruir un acuerdo democrático y popular mediante un nuevo pacto inclusivo, capaz de sobrellevar y respetar claras diferencias entre componentes de centro y de izquierda aunados por un programa común.
Efectivamente, los avances que Chile necesita con urgencia requieren de mayorías democráticas sólidas. Pero, ¿cuál mayoría? ¿La mayoría de los ciudadanos? ¿La mayoría de los votantes? La pregunta no es menor. Un segmento creciente de ciudadanos no vota ni planea hacerlo. Se trata de un fenómeno macroscópico y grave que la “Concertación coalición” no ha podido enfrentar. No se divisa ninguna razón por la cual la idea de la “Concertación partido” pueda hacerlo exitosamente.
Por otra parte, las mayorías se construyen, hay que batallar en las instancias sociales para lograrlas. Ha sido esta una de las falencias de la Concertación: haber perdido la fuerte conexión que tuvo con la ciudadanía, contribuir a un cuadro de indiferenciación en que no siempre es fácil discernir entre el progresismo y el conservadurismo. ¿Podría la inmolación del Partido Socialista en los altares del conformismo resolver este problema? Me asiste la convicción que, por el contrario, tendería a acentuarlo.
El ánima del socialismo chileno es una presencia incómoda en el escenario de la embarazosa transición chilena. Por eso en más de una oportunidad se le ha querido imponer la extremaunción al Partido Socialista. Es una paradoja, ya que el aporte socialista a la reconstrucción de una democracia mínima, aunque incompleta y excluyente, ha sido apreciable. Pero los poderes consolidados en la postdictadura desean domesticar o acallar todo lo que perturbe su ejercicio autoritario y socialmente injusto. Una segunda paradoja es que los propios socialistas no sean capaces de valorar su herencia y su futuro.
Escrito por Jorge Arrate, Ex Presidente del Partido Socialista
“La Concertación será un partido único”, dice el titular de la entrevista al Secretario General del Partido Socialista publicada hace un par de semanas por “Ercilla”. Allí Marcelo Schilling señala que no hay ya diferencias entre los cuatro partidos que integran la Concertación: “yo casi no puedo expresar ninguna”. Y anuncia: “Tal vez no ahora y bajo modalidades que yo no puedo predecir, pero puedo casi asegurar que la Concertación va a terminar siendo el partido de la Concertación”.
Estos planteamientos visibilizan un debate indispensable, gracias a la disposición de Schilling para asumir riesgos políticos a cambio de promover los proyectos que considera deseables. No es poco en una Concertación que ha hecho de la hipocresía política un método y que es hasta ahora incapaz de romper con el molde del continuismo.
Sería cómodo criticar al Secretario General esgrimiendo un “nacionalismo de partido”. Los partidos no son sólo ideas, poderes y frías razones, también son emociones, memorias e identidad. Pero, no es esta la línea argumental que quisiera desarrollar ahora. Me parece de más interés aquello que Schilling pone sobre el tapete sin sentimentalismos: los partidos son entes históricos y por tanto no son inmortales. Deben cumplir una función específica para justificar su sobrevivencia.
El actual Partido Socialista vivió hace unos años una tentativa, frustrada a pesar de estelares apoyos partidarios y externos, cuyo propósito era la fusión con el PPD. Previamente, el proceso de reunificación socialista de 1989 y la posterior inscripción legal del PS fueron intervenidos por la idea de absorber los segmentos socialistas dentro del instrumental Partido por la Democracia. Eran los tiempos cuando algunos preferían no tener historia a tener una tan marcada como la de los socialistas y de la izquierda, cuando la conveniencia de corto plazo era carecer de referentes teóricos o hacerlos lo más difusos posibles. En aquella época muchos evitaban pronunciar el nombre de Allende y comenzaban a desbordar la “renovación” original para llevarla al paroxismo travestista al que ha llegado. Pero el propósito explícito de la entrevista de revista “Ercilla” es más abarcador: no se trata de fundirse con el PPD, sino con el conjunto de la actual Concertación.
El objetivo es coherente con la tercera etapa histórica de la política de alianzas que vive hoy el Partido Socialista: la alianza preferencial con los democristianos (la primera privilegió al Partido Comunista, la segunda el entendimiento con los partidos concertacionistas laicos PPD y PR). El Partido Demócrata Cristiano, sin embargo, no comparte el horizonte del Secretario General del PS. Soledad Alvear ha señalado de inmediato que su partido no está disponible para renunciar a sus definiciones doctrinarias. No debiera sorprender: es poco razonable creer que la disolución del Partido Socialista y su incorporación al Partido de la Concertación, como horizonte político, no despertarán a lo menos ciertas dudas. Por mi parte, quisiera exponer algunas.
Si el Partido Socialista llegara a autoeliminarse no será simple recoger sus principios esenciales en una fuerza política como el Partido de la Concertación y sostener definiciones socialistas y de izquierda. Tampoco será posible hacer olvidar su ideario y tratar de enterrarlo con un funeral de primera. Entonces, la eutanasia socialista dejaría a miles como yo sin partido pero con las ideas socialistas, sin partido pero con una visión de izquierda. El Partido Socialista habría terminado, pero las ideas socialistas no.
La Concertación, en vez de sustentarse como una coalición entre fuerzas de centro y de izquierda, ha tendido a convertirse en un consorcio de centro-izquierda excluyente. Su conversión en un partido que absorba a sus integrantes actuales culminaría esa tendencia perjudicial. Un camino positivo, en cambio, sería reconstruir un acuerdo democrático y popular mediante un nuevo pacto inclusivo, capaz de sobrellevar y respetar claras diferencias entre componentes de centro y de izquierda aunados por un programa común.
Efectivamente, los avances que Chile necesita con urgencia requieren de mayorías democráticas sólidas. Pero, ¿cuál mayoría? ¿La mayoría de los ciudadanos? ¿La mayoría de los votantes? La pregunta no es menor. Un segmento creciente de ciudadanos no vota ni planea hacerlo. Se trata de un fenómeno macroscópico y grave que la “Concertación coalición” no ha podido enfrentar. No se divisa ninguna razón por la cual la idea de la “Concertación partido” pueda hacerlo exitosamente.
Por otra parte, las mayorías se construyen, hay que batallar en las instancias sociales para lograrlas. Ha sido esta una de las falencias de la Concertación: haber perdido la fuerte conexión que tuvo con la ciudadanía, contribuir a un cuadro de indiferenciación en que no siempre es fácil discernir entre el progresismo y el conservadurismo. ¿Podría la inmolación del Partido Socialista en los altares del conformismo resolver este problema? Me asiste la convicción que, por el contrario, tendería a acentuarlo.
El ánima del socialismo chileno es una presencia incómoda en el escenario de la embarazosa transición chilena. Por eso en más de una oportunidad se le ha querido imponer la extremaunción al Partido Socialista. Es una paradoja, ya que el aporte socialista a la reconstrucción de una democracia mínima, aunque incompleta y excluyente, ha sido apreciable. Pero los poderes consolidados en la postdictadura desean domesticar o acallar todo lo que perturbe su ejercicio autoritario y socialmente injusto. Una segunda paradoja es que los propios socialistas no sean capaces de valorar su herencia y su futuro.
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Carlos Contreras
a la/s
3:40 p.m.
SCHILLING: LA TRANSICION AL DESNUDO
Escrito por Hugo Mery
Al flamante diputado designado le penan los métodos que usó “La Oficina” en contra de los grupos rebeldes subsistentes a la dictadura. Ahora debió contestar también por qué no se llama a elecciones complementarias para llenar las vacantes en el Congreso.
La designación como diputado de Marcelo Schilling, para reemplazar al fallecido Juan Bustos, puso al desnudo muchas de las características de la particular democracia chilena. Desde luego, la partidocracia, al poner en acción su poder, no sólo se proyectó negativamente ante la ciudadanía, sino también al interior de la colectividad involucrada, provocando una nueva fisura entre la mesa directiva y la disidencia a ella integrada, hasta ahora.
Después de los emotivos funerales de Estado de quien fuera gran defensor de los Derechos Humanos, vinieron los conciliábulos de un reducido grupo de dirigentes y el encogimiento de hombros de los ciudadanos. Al fin y al cabo, Schilling no es el único parlamentario designado subsistente, desde que se eliminara la figura de los senadores que no necesitaban pasar por el escrutinio popular. Andrés Allamand es un senador designado, a instancias de Lavín, quien obtuvo que la UDI le permitiera correr solo, sin disputarle el sillón destinado a la Alianza. Lo mismo había ocurrido antes con Alberto Espina. A otros, como Eduardo Frei y Sergio Romero sus coaliciones le pusieron o un competidor débil o un portador de votos del mismo partido. Son argucias que franquea el sistema binominal que las bancadas de la Concertación no han querido realmente modificar.
Para el reemplazo de los inhabilitados por muerte (Jaime Guzmán), sentencia judicial (Lavandero) o asunción como autoridad en otro Poder (Frei), entre varias causales, los partidos lograron que ya no asuma el compañero de lista –generalmente de un partido aliado-, sino quien indique la familia política directa del camarada que parte. Y tan partidocrático es el nuevo mecanismo que ni siquiera se consideró el reemplazo de los independientes y sí el de los “descolgados” por el partido bajo cuya bandera se eligieron.
Era mejor el sistema que rigió en la anterior República: la convocatoria a una elección complementaria. Un grupo de diputados que incluye al concertacionista independiente Alvaro Escobar quiso reponer esto en un proyecto presentado en julio de 2007, siempre que la inhabilidad no se produzca un año antes del fin del mandato parlamentario. Las elecciones complementarias eran útiles, porque permitían a partidos y presidenciables tomar el pulso del electorado, aunque fuese en una zona acotada. Alguna vez el escrutinio fue desencadenante, como el “naranjazo” que en 1964 comenzó a sepultar las posibilidades de Salvador Allende frente a un Frei Montalva que la derecha corrió a apoyar.
Hoy todo se hace a través de las encuestas, las que para la última presidencial tuvieron al menos la virtud de imponer a una candidata ajena al establishment partidario, pero que igual fue nombrada graciosamente por las cúpulas, como casi todos los candidatos a parlamentarios.
La designación de Schilling puso también en foco otro lado oscuro de la transición: el desarticulamiento por “La Oficina” de los grupos rebeldes armados que subsistieron a la dictadura, con métodos sobre los que el flamante diputado –que jugó en aquel organismo un rol preponderante- tiene que dar muchas explicaciones todavía, y que le van a penar siempre, aunque trate de dilucidarlos en las memorias que ya ha anunciado para cuando se jubile.
(Comentario transmitido por radio Universidad de Chile Noticias, radio 102.5 FM).
Escrito por Hugo Mery
Al flamante diputado designado le penan los métodos que usó “La Oficina” en contra de los grupos rebeldes subsistentes a la dictadura. Ahora debió contestar también por qué no se llama a elecciones complementarias para llenar las vacantes en el Congreso.
La designación como diputado de Marcelo Schilling, para reemplazar al fallecido Juan Bustos, puso al desnudo muchas de las características de la particular democracia chilena. Desde luego, la partidocracia, al poner en acción su poder, no sólo se proyectó negativamente ante la ciudadanía, sino también al interior de la colectividad involucrada, provocando una nueva fisura entre la mesa directiva y la disidencia a ella integrada, hasta ahora.
Después de los emotivos funerales de Estado de quien fuera gran defensor de los Derechos Humanos, vinieron los conciliábulos de un reducido grupo de dirigentes y el encogimiento de hombros de los ciudadanos. Al fin y al cabo, Schilling no es el único parlamentario designado subsistente, desde que se eliminara la figura de los senadores que no necesitaban pasar por el escrutinio popular. Andrés Allamand es un senador designado, a instancias de Lavín, quien obtuvo que la UDI le permitiera correr solo, sin disputarle el sillón destinado a la Alianza. Lo mismo había ocurrido antes con Alberto Espina. A otros, como Eduardo Frei y Sergio Romero sus coaliciones le pusieron o un competidor débil o un portador de votos del mismo partido. Son argucias que franquea el sistema binominal que las bancadas de la Concertación no han querido realmente modificar.
Para el reemplazo de los inhabilitados por muerte (Jaime Guzmán), sentencia judicial (Lavandero) o asunción como autoridad en otro Poder (Frei), entre varias causales, los partidos lograron que ya no asuma el compañero de lista –generalmente de un partido aliado-, sino quien indique la familia política directa del camarada que parte. Y tan partidocrático es el nuevo mecanismo que ni siquiera se consideró el reemplazo de los independientes y sí el de los “descolgados” por el partido bajo cuya bandera se eligieron.
Era mejor el sistema que rigió en la anterior República: la convocatoria a una elección complementaria. Un grupo de diputados que incluye al concertacionista independiente Alvaro Escobar quiso reponer esto en un proyecto presentado en julio de 2007, siempre que la inhabilidad no se produzca un año antes del fin del mandato parlamentario. Las elecciones complementarias eran útiles, porque permitían a partidos y presidenciables tomar el pulso del electorado, aunque fuese en una zona acotada. Alguna vez el escrutinio fue desencadenante, como el “naranjazo” que en 1964 comenzó a sepultar las posibilidades de Salvador Allende frente a un Frei Montalva que la derecha corrió a apoyar.
Hoy todo se hace a través de las encuestas, las que para la última presidencial tuvieron al menos la virtud de imponer a una candidata ajena al establishment partidario, pero que igual fue nombrada graciosamente por las cúpulas, como casi todos los candidatos a parlamentarios.
La designación de Schilling puso también en foco otro lado oscuro de la transición: el desarticulamiento por “La Oficina” de los grupos rebeldes armados que subsistieron a la dictadura, con métodos sobre los que el flamante diputado –que jugó en aquel organismo un rol preponderante- tiene que dar muchas explicaciones todavía, y que le van a penar siempre, aunque trate de dilucidarlos en las memorias que ya ha anunciado para cuando se jubile.
(Comentario transmitido por radio Universidad de Chile Noticias, radio 102.5 FM).
Publicadas por
Carlos Contreras
a la/s
3:30 p.m.
Aportaciones a un debate sobre el discurso de Camilo Escalona
Escrito por José Miguel Ahumada. Juventud Socialista, Cientista Político.
Quisiera ocupar este espacio para comentar algunas ideas en base a los recientes dichos del Cro. Camilo Escalona, tanto en la entrevista que dio en el último número de la Revista Punto Final como en lo que escuché en su discurso que brindó en la actividad de homenaje al natalicio de Allende hecho por comunal del PS de Renca.
En la revista Punto Final el cro. Escalona nos da una importante matriz tanto teórica como política sobre lo que sería el socialismo hoy. Buena o mala, es una matriz al fin. El “legado de Allende” (que el cro. Escalona lo asocia, al parecer, al deber ser del socialismo chileno) sería básicamente la idea de profundizar políticas sociales dentro de un contexto democrático-liberal, donde dichas políticas asistenciales profundizarían la democracia, dando una base material cada vez más equitativa para una efectiva participación en el espacio público (que se asocia, actualmente, al procedimiento electoral). “Socialismo” no sería un proyecto totalizante, un “metarrelato” que se impone, sino un constante proceso de mayor bienestar social vía la asistencia estatal. “¡El objetivo final no es nada, el movimiento lo es todo!” grita alegremente Eduard Bernstein, importante teórico del socialismo de la II Internacional.
El mismo Allende, según el cro. Escalona, lo que buscaba no era, por tanto, un modelo particular de socialismo (“Allende nunca habló en esos términos. No codificó dentro de un esquema la idea socialista” afirma en la entrevista), sino que “socialismo” se asocia a “aspirar permanentemente a una sociedad más justa sobre la base de la profundización de la democracia”. Así, socialismo pasa de un proyecto político de transformación social de los pilares estructurales de un particular tipo de orden social (capitalista) a una especie de “moral” individual que se fundamenta en la búsqueda de “justicia” y, lo que es ya hoy un cliché, “profundización de la democracia” (a otros que les guste hablar con neologismos y con frases rimbombantes podrían decir, “radicalizar la democracia”, en fin, la idea es la misma). En síntesis, socialismo se insertaría en una base moral (de nuevo, “el legado de Allende” sería justamente eso, de hecho, Escalona afirma, “Allende no nos dejó un catecismo para recitar de memoria y por el cual haya que orientarse, sino que nos entregó un mandato político y moral…”), donde, ocupando el aparato estatal, se busca mejorar el bienestar de la sociedad civil.
Lo que dice el cro. Escalona es perfectamente legítimo, no podemos acusarlo de “vendido” o que su interpretación sería falsa (¿quién posee la verdad en ese caso?), pero sí podemos hacer explícito lo que en su discurso es implícito, podemos encontrar la estructura dentro del cual surgen sus propuestas, o en términos althusserianos (sé que no es la moda, pero va al caso) podemos encontrar la problemática teórica que hace de matriz dentro del cual se gestan dichas afirmaciones, en síntesis, encontrar los criterios de enunciación de su discurso.
Ya hemos dicho que el socialismo en el cro. Escalona se asociaría, consideramos, a una especie de moral del político profesional que debe, desde sus asientos del parlamento proponer conjuntos de policies para la sociedad civil. En primer lugar, el cro. Escalona sólo puede afirmar dicho proyecto en forma consecuente, si observa a la sociedad civil como un complejo contrapuestos de grupos de interés que tratan de influir vía sus representantes en el gobierno, gobierno que se observaría como una condensación de múltiples intereses de determinados grupos de la sociedad, condensación de poderes compartidos y ampliamente distribuidos, y el Estado como un actor imparcial que hace de matriz del gobierno. La visión “pluralista” del Estado se observa en todos los poros del discurso del cro. Escalona.
El problema no es si ese modelo es normativamente “socialista” (mal que mal, el socialismo no tiene su propia teoría, hoy mismo podemos ver enfoques feministas, postmodernos, neomarxistas, postmarxistas, etc. que se insertan en movimientos socialistas), sino si tiene capacidad heurística, si nos permite dar cuenta de proceso sociales que ocurren en la realidad concreta. Los acuerdos de TLC llevados a cabo por los gobiernos de la Concertación difícilmente se acomodarían a los axiomas del enfoque que legitima el discurso del cro. Escalona. Las negociaciones, los puntos a tratar, los objetivos propuestos por los equipos de negociación del gobierno, fueron no solamente desarrollados dentro de un muy reducido conjunto de tecnócratas, sino en constante diálogo con la SOFOFA, CPC y la Sociedad Nacional de Agricultura. En temas más estructurales, el superávit fiscal y el equilibrio macroeconómico (control de la inflación) como fines de Estado, responde a la reproducción no de la “sociedad civil” (signifique lo que signifique), sino de un orden social muy específico y donde el campo económico está sujeto a decisiones de los gremios antes nombrado. En estos ejemplos, (abstractos claro está, pero nos ayudan a llegar al punto) no vemos grupos de intereses contrapuestos que debaten en un campo neutro donde se acumulan las exigencias, por el contrario, vemos una muy particular articulación entre específicos grupos sociales empresariales y aparato burocrático, que en conjunto delimitan los marcos de acción del Estado. Si de enfoques del Estado se trata, considero que el neocorporativismo y la visión del Estado de tipos como Claus Offe (afirmando la necesaria dependencia estructural del Estado liberal a su la capacidad impositiva a la sociedad, que sólo se desarrolla si el empresariado, en base a su control de la esfera productiva, desea dar un “voto de confianza” al momento de invertir), daría mayor cuenta de estos procesos que el pluralismo arraigado en el discurso de Escalona, pluralismo que pasaría de un enfoque explicativo, a una ideología legitimadora de este neocorporativismo.
Lo anterior, nos lleva al campo de la democracia. Gran parte del discurso del cro. Escalona gira en torno a lo que fue la nueva importancia que le dio la renovación socialista al tema de la democracia (con intelectuales de la talla de Bobbio) después de un siglo de ácidas críticas por parte del marxismo a la democracia “burguesa” y “formal”[1]. El socialismo sería dentro de los marcos establecidos de la democracia, o no sería. Solamente podemos hacer socialismo desde los asientos del parlamento y del poder ejecutivo, ya que la democracia, como particular sistema de gobierno, sería un espacio libre de coacciones externas, la democracia, por tanto, es vista como el espacio encuentro libre entre propuestas de país diferentes que se sujetan a elección popular. Ahora bien, si la democracia no tiene estructuras que filtren determinados proyectos de país (que permitan ciertos temas y otros no, que cierre puertas a determinas inquietudes e incentive otras) es la batalla “cultural” la que se debe gestar, y a eso justamente camina el Cro. Escalona cuando afirma “Desde mi punto de vista, estamos en plena reconstitución de una fuerza que aspire a ser culturalmente dirigente de la sociedad chilena.”[2] Con lo anterior, tenemos el esquema desde donde se legitima el proyecto político del Cro. Escalona.
Estado como espacio externo al conflicto propio de la sociedad civil, gobierno como lugar de influencia de múltiples grupos de interés, de poderes compartidos dentro del mismo gobierno, que hacen de base para la creación de las políticas públicas que generen la base material para una sociedad equitativa, y la tarea dar un batalla “cultural” (reduciendo “cultura” a convencer que votes socialista el día de las elecciones y que la “derecha es mala”) del PS para ganar las próximas elecciones con el fin de ser parte del aparato burocrático que administrará aquella institución específica.
El tema es que la visión de Escalona del socialismo sólo puede ser eficaz y consecuente si aceptamos sus axiomas del estado, sociedad civil y agentes de cambio. Su discurso político está arraigado en una problemática que posee sus propios valores y aspiraciones (elegir más representante en el Parlamento y aparato ejecutivo), identifica una actividad crucial en la sociedad (acción “cultural”), concentra el análisis en un tipo de unidad (sociedad civil y grupos de interés), atribuye el cambio a una particular dinámica social (políticas públicas), y propone específicas vías de acción política y gubernamental (propuestas de ley). Ahora bien, ¿estamos de acuerdo con su visión, con su estructura de análisis de la realidad?
Si ya hemos planteado que en el caso del TLC y los consensos económicos difícilmente podemos entenderlos a cabalidad dentro del esquema que hace de pilar del discurso del cro. Escalona, algo similar podemos plantear en lo relativo a la democracia. Tal como han afirmado ya varios cientistas políticos, no existe la democracia en abstracto, siempre existe inscrita en una estructura social particular, con su propio modelo de desarrollo, y forma de instituir la producción. La democracia chilena se inscribe en una estructura más densa y de “larga duración” que organiza el territorio en términos de mercancías para el proceso de acumulación, la economía neoliberal, y en cuanto tal, la producción y distribución no está sujeta a mecanismos “democráticos”. El Estado, como ya dijimos, sólo puede desarrollar políticas públicas (base del discurso de Escalona) si tiene un mecanismos impositivo que le genere la base material para tal desarrollo, pero esa misma base material ya está instituida en términos de acumulación, sujeto a principios ordenadores muy lejanos a la democracia (maximización de utilidades) y que el Estado debe, estructuralmente, asegurar para su propia eficacia política. El Estado está sujeto a la acumulación; sin inversión, no hay producción, sin producción no hay excedente que se pueda invertir en las políticas del gobierno, y sin lo anterior, no hay democracia. El modelo de desarrollo neoliberal genera la necesidad imperiosa de crear un “clima de inversiones positiva” para la inversión, reduciendo el debate político a temas de policies y dejando los temas de Política a los acuerdos con los gremios empresariales (así fue con la Agenda Pro Crecimiento, así fue con el TLC, así es con todo lo relacionado a la economía).
Si concuerdan algo con lo anterior, el modelo que hace de pilar del discurso del cro. Escalona se quiebra. La democracia ya no es tan neutra y ajena a determinaciones externas, el Estado ya no es tan independiente de estructuras de poder privadas (ajenas al acuerdo democrático), la sociedad civil no es ya un lugar de debates entre grupos de intereses horizontalmente ordenados y la cultura ya no es solamente el ir a votar por socialistas (antes bien, sería descodificar a la gente de su inscripción en un discurso capitalista que los busca asimilar a mercancías, y re insertarlos en discursos que busquen mostrar a la gente como ciudadanos con capacidad crítica y con deseos de controlar democráticamente sus propios espacios), y por lo tanto, la propuesta directamente política del cro. Escalona de la profundización democrática y la equidad se vería seriamente puesta en jaque, ya que el espacio dentro del cual se gesta esa idea tendría serios problemas de veracidad.
El Estado mismo tiene sus propios campos de acción, al igual que la democracia actual tiene sus propios límites de debate (no vayan a cuestionar el modelo de desarrollo!), que a la vez, le imponen límites serios a la propuesta de profundización democrática como acción diaria en el gobierno que nos ofrece el cro. Escalona. Su visión no observa grupos sociales con capacidad de movilizar la producción y hacer presiones determinantes si se cuestionan las instituciones que le permiten su acumulación, por el contrario, se desvanecen como “grupos de intereses”. Si no tenemos la capacidad de vislumbrar tanto teórica como prácticamente dichos campos determinantes ajenos al control democrático, difícilmente podemos generar un Estado social y participativo que vaya más allá de subsidiar, vía asistencias sociales, las “externalidades negativas” propias del mercado. Ese es el punto más débil de la propuesta analizada y esa ausencia hace de síntoma, consideramos, de una incapacidad estructural de la problemática planteada.
Lo que he hecho es un intento de debatir sobre los temas que trata el cro. Escalona desde una posición realmente política, que no se sustente en las críticas básicas y más viscerales que racionales de que dicho discurso es “vendido”, “amarillo” o que el cro. Escalona no es “socialista” o cualquier otra cosa (que dominan en las conversaciones de pasillo, pero que en general nunca se hacen explícitas cuando se da la oportunidad). Creo que debatir los presupuestos implícitos de su propuesta de país, nos permite descubrir sus reales falencias, los límites de su capacidad de hacerle frente a las desigualdades estructurales y reconocer el hecho que como partido hemos asumido –vía nuestra dirigencia en su totalidad- las instituciones político económicas como nuestras (como propias de la sociedad civil y de la democracia), y no como impuestas por la derecha y el empresariado vía el último recurso para mantener viva la hegemonía capitalista resquebrajada por primera vez en la historia durante la UP, la violencia pura y dura.
Fuente: Revista Masiva
Escrito por José Miguel Ahumada. Juventud Socialista, Cientista Político.
Quisiera ocupar este espacio para comentar algunas ideas en base a los recientes dichos del Cro. Camilo Escalona, tanto en la entrevista que dio en el último número de la Revista Punto Final como en lo que escuché en su discurso que brindó en la actividad de homenaje al natalicio de Allende hecho por comunal del PS de Renca.
En la revista Punto Final el cro. Escalona nos da una importante matriz tanto teórica como política sobre lo que sería el socialismo hoy. Buena o mala, es una matriz al fin. El “legado de Allende” (que el cro. Escalona lo asocia, al parecer, al deber ser del socialismo chileno) sería básicamente la idea de profundizar políticas sociales dentro de un contexto democrático-liberal, donde dichas políticas asistenciales profundizarían la democracia, dando una base material cada vez más equitativa para una efectiva participación en el espacio público (que se asocia, actualmente, al procedimiento electoral). “Socialismo” no sería un proyecto totalizante, un “metarrelato” que se impone, sino un constante proceso de mayor bienestar social vía la asistencia estatal. “¡El objetivo final no es nada, el movimiento lo es todo!” grita alegremente Eduard Bernstein, importante teórico del socialismo de la II Internacional.
El mismo Allende, según el cro. Escalona, lo que buscaba no era, por tanto, un modelo particular de socialismo (“Allende nunca habló en esos términos. No codificó dentro de un esquema la idea socialista” afirma en la entrevista), sino que “socialismo” se asocia a “aspirar permanentemente a una sociedad más justa sobre la base de la profundización de la democracia”. Así, socialismo pasa de un proyecto político de transformación social de los pilares estructurales de un particular tipo de orden social (capitalista) a una especie de “moral” individual que se fundamenta en la búsqueda de “justicia” y, lo que es ya hoy un cliché, “profundización de la democracia” (a otros que les guste hablar con neologismos y con frases rimbombantes podrían decir, “radicalizar la democracia”, en fin, la idea es la misma). En síntesis, socialismo se insertaría en una base moral (de nuevo, “el legado de Allende” sería justamente eso, de hecho, Escalona afirma, “Allende no nos dejó un catecismo para recitar de memoria y por el cual haya que orientarse, sino que nos entregó un mandato político y moral…”), donde, ocupando el aparato estatal, se busca mejorar el bienestar de la sociedad civil.
Lo que dice el cro. Escalona es perfectamente legítimo, no podemos acusarlo de “vendido” o que su interpretación sería falsa (¿quién posee la verdad en ese caso?), pero sí podemos hacer explícito lo que en su discurso es implícito, podemos encontrar la estructura dentro del cual surgen sus propuestas, o en términos althusserianos (sé que no es la moda, pero va al caso) podemos encontrar la problemática teórica que hace de matriz dentro del cual se gestan dichas afirmaciones, en síntesis, encontrar los criterios de enunciación de su discurso.
Ya hemos dicho que el socialismo en el cro. Escalona se asociaría, consideramos, a una especie de moral del político profesional que debe, desde sus asientos del parlamento proponer conjuntos de policies para la sociedad civil. En primer lugar, el cro. Escalona sólo puede afirmar dicho proyecto en forma consecuente, si observa a la sociedad civil como un complejo contrapuestos de grupos de interés que tratan de influir vía sus representantes en el gobierno, gobierno que se observaría como una condensación de múltiples intereses de determinados grupos de la sociedad, condensación de poderes compartidos y ampliamente distribuidos, y el Estado como un actor imparcial que hace de matriz del gobierno. La visión “pluralista” del Estado se observa en todos los poros del discurso del cro. Escalona.
El problema no es si ese modelo es normativamente “socialista” (mal que mal, el socialismo no tiene su propia teoría, hoy mismo podemos ver enfoques feministas, postmodernos, neomarxistas, postmarxistas, etc. que se insertan en movimientos socialistas), sino si tiene capacidad heurística, si nos permite dar cuenta de proceso sociales que ocurren en la realidad concreta. Los acuerdos de TLC llevados a cabo por los gobiernos de la Concertación difícilmente se acomodarían a los axiomas del enfoque que legitima el discurso del cro. Escalona. Las negociaciones, los puntos a tratar, los objetivos propuestos por los equipos de negociación del gobierno, fueron no solamente desarrollados dentro de un muy reducido conjunto de tecnócratas, sino en constante diálogo con la SOFOFA, CPC y la Sociedad Nacional de Agricultura. En temas más estructurales, el superávit fiscal y el equilibrio macroeconómico (control de la inflación) como fines de Estado, responde a la reproducción no de la “sociedad civil” (signifique lo que signifique), sino de un orden social muy específico y donde el campo económico está sujeto a decisiones de los gremios antes nombrado. En estos ejemplos, (abstractos claro está, pero nos ayudan a llegar al punto) no vemos grupos de intereses contrapuestos que debaten en un campo neutro donde se acumulan las exigencias, por el contrario, vemos una muy particular articulación entre específicos grupos sociales empresariales y aparato burocrático, que en conjunto delimitan los marcos de acción del Estado. Si de enfoques del Estado se trata, considero que el neocorporativismo y la visión del Estado de tipos como Claus Offe (afirmando la necesaria dependencia estructural del Estado liberal a su la capacidad impositiva a la sociedad, que sólo se desarrolla si el empresariado, en base a su control de la esfera productiva, desea dar un “voto de confianza” al momento de invertir), daría mayor cuenta de estos procesos que el pluralismo arraigado en el discurso de Escalona, pluralismo que pasaría de un enfoque explicativo, a una ideología legitimadora de este neocorporativismo.
Lo anterior, nos lleva al campo de la democracia. Gran parte del discurso del cro. Escalona gira en torno a lo que fue la nueva importancia que le dio la renovación socialista al tema de la democracia (con intelectuales de la talla de Bobbio) después de un siglo de ácidas críticas por parte del marxismo a la democracia “burguesa” y “formal”[1]. El socialismo sería dentro de los marcos establecidos de la democracia, o no sería. Solamente podemos hacer socialismo desde los asientos del parlamento y del poder ejecutivo, ya que la democracia, como particular sistema de gobierno, sería un espacio libre de coacciones externas, la democracia, por tanto, es vista como el espacio encuentro libre entre propuestas de país diferentes que se sujetan a elección popular. Ahora bien, si la democracia no tiene estructuras que filtren determinados proyectos de país (que permitan ciertos temas y otros no, que cierre puertas a determinas inquietudes e incentive otras) es la batalla “cultural” la que se debe gestar, y a eso justamente camina el Cro. Escalona cuando afirma “Desde mi punto de vista, estamos en plena reconstitución de una fuerza que aspire a ser culturalmente dirigente de la sociedad chilena.”[2] Con lo anterior, tenemos el esquema desde donde se legitima el proyecto político del Cro. Escalona.
Estado como espacio externo al conflicto propio de la sociedad civil, gobierno como lugar de influencia de múltiples grupos de interés, de poderes compartidos dentro del mismo gobierno, que hacen de base para la creación de las políticas públicas que generen la base material para una sociedad equitativa, y la tarea dar un batalla “cultural” (reduciendo “cultura” a convencer que votes socialista el día de las elecciones y que la “derecha es mala”) del PS para ganar las próximas elecciones con el fin de ser parte del aparato burocrático que administrará aquella institución específica.
El tema es que la visión de Escalona del socialismo sólo puede ser eficaz y consecuente si aceptamos sus axiomas del estado, sociedad civil y agentes de cambio. Su discurso político está arraigado en una problemática que posee sus propios valores y aspiraciones (elegir más representante en el Parlamento y aparato ejecutivo), identifica una actividad crucial en la sociedad (acción “cultural”), concentra el análisis en un tipo de unidad (sociedad civil y grupos de interés), atribuye el cambio a una particular dinámica social (políticas públicas), y propone específicas vías de acción política y gubernamental (propuestas de ley). Ahora bien, ¿estamos de acuerdo con su visión, con su estructura de análisis de la realidad?
Si ya hemos planteado que en el caso del TLC y los consensos económicos difícilmente podemos entenderlos a cabalidad dentro del esquema que hace de pilar del discurso del cro. Escalona, algo similar podemos plantear en lo relativo a la democracia. Tal como han afirmado ya varios cientistas políticos, no existe la democracia en abstracto, siempre existe inscrita en una estructura social particular, con su propio modelo de desarrollo, y forma de instituir la producción. La democracia chilena se inscribe en una estructura más densa y de “larga duración” que organiza el territorio en términos de mercancías para el proceso de acumulación, la economía neoliberal, y en cuanto tal, la producción y distribución no está sujeta a mecanismos “democráticos”. El Estado, como ya dijimos, sólo puede desarrollar políticas públicas (base del discurso de Escalona) si tiene un mecanismos impositivo que le genere la base material para tal desarrollo, pero esa misma base material ya está instituida en términos de acumulación, sujeto a principios ordenadores muy lejanos a la democracia (maximización de utilidades) y que el Estado debe, estructuralmente, asegurar para su propia eficacia política. El Estado está sujeto a la acumulación; sin inversión, no hay producción, sin producción no hay excedente que se pueda invertir en las políticas del gobierno, y sin lo anterior, no hay democracia. El modelo de desarrollo neoliberal genera la necesidad imperiosa de crear un “clima de inversiones positiva” para la inversión, reduciendo el debate político a temas de policies y dejando los temas de Política a los acuerdos con los gremios empresariales (así fue con la Agenda Pro Crecimiento, así fue con el TLC, así es con todo lo relacionado a la economía).
Si concuerdan algo con lo anterior, el modelo que hace de pilar del discurso del cro. Escalona se quiebra. La democracia ya no es tan neutra y ajena a determinaciones externas, el Estado ya no es tan independiente de estructuras de poder privadas (ajenas al acuerdo democrático), la sociedad civil no es ya un lugar de debates entre grupos de intereses horizontalmente ordenados y la cultura ya no es solamente el ir a votar por socialistas (antes bien, sería descodificar a la gente de su inscripción en un discurso capitalista que los busca asimilar a mercancías, y re insertarlos en discursos que busquen mostrar a la gente como ciudadanos con capacidad crítica y con deseos de controlar democráticamente sus propios espacios), y por lo tanto, la propuesta directamente política del cro. Escalona de la profundización democrática y la equidad se vería seriamente puesta en jaque, ya que el espacio dentro del cual se gesta esa idea tendría serios problemas de veracidad.
El Estado mismo tiene sus propios campos de acción, al igual que la democracia actual tiene sus propios límites de debate (no vayan a cuestionar el modelo de desarrollo!), que a la vez, le imponen límites serios a la propuesta de profundización democrática como acción diaria en el gobierno que nos ofrece el cro. Escalona. Su visión no observa grupos sociales con capacidad de movilizar la producción y hacer presiones determinantes si se cuestionan las instituciones que le permiten su acumulación, por el contrario, se desvanecen como “grupos de intereses”. Si no tenemos la capacidad de vislumbrar tanto teórica como prácticamente dichos campos determinantes ajenos al control democrático, difícilmente podemos generar un Estado social y participativo que vaya más allá de subsidiar, vía asistencias sociales, las “externalidades negativas” propias del mercado. Ese es el punto más débil de la propuesta analizada y esa ausencia hace de síntoma, consideramos, de una incapacidad estructural de la problemática planteada.
Lo que he hecho es un intento de debatir sobre los temas que trata el cro. Escalona desde una posición realmente política, que no se sustente en las críticas básicas y más viscerales que racionales de que dicho discurso es “vendido”, “amarillo” o que el cro. Escalona no es “socialista” o cualquier otra cosa (que dominan en las conversaciones de pasillo, pero que en general nunca se hacen explícitas cuando se da la oportunidad). Creo que debatir los presupuestos implícitos de su propuesta de país, nos permite descubrir sus reales falencias, los límites de su capacidad de hacerle frente a las desigualdades estructurales y reconocer el hecho que como partido hemos asumido –vía nuestra dirigencia en su totalidad- las instituciones político económicas como nuestras (como propias de la sociedad civil y de la democracia), y no como impuestas por la derecha y el empresariado vía el último recurso para mantener viva la hegemonía capitalista resquebrajada por primera vez en la historia durante la UP, la violencia pura y dura.
Fuente: Revista Masiva
Publicadas por
Carlos Contreras
a la/s
4:53 a.m.
LA DESCONOCIDA HISTORIA DEL MENTOR DE BACHELET
El médico Carlos Lorca, presidente de la JS a principios de los 70 y opositor a la vía radical que proponía Carlos Altamirano, marcó a una generación de jóvenes socialistas como Camilo Escalona o Michelle Bachelet. Con la mandataria hicieron trabajos partidarios en la Facultad de Medicina y siguieron en contacto después de que él pasó a la clandestinidad. Su historia -desde su niñez hasta su desaparición en un centro de detención de la DINA- se recoge en la primera biografía sobre él que se lanzará a fin de mes.
Por Claudia Farfán
Michelle Bachelet sabìa que no podía perder de vista al médico Carlos Lorca mientras ella cumpliese la tarea de ser su "sombra". En eso consistía justamente esa labor: acompañar a metros de distancia y en forma anónima a uno de los hombres más buscados por los organismos de seguridad del régimen militar. La presidenta tenía entonces 22 años, sin embargo aceptó esta misión de velar por la integridad de Lorca y de otros compañeros del Partido Socialista que se encontraban clandestinos. Incluso, en alguna ocasión ella ofició también de "chofer" para trasladarlo de un lugar a otro en Santiago y fue, además, uno de los pocos "enlaces" que tuvo acceso a la casa de seguridad de Chile España -una discreta casa blanca de ladrillo-, donde el médico se refugió junto a otros dirigentes de la cúpula del PS que permanecieron en el país tras el golpe militar.
En esa época, con solo 28 años, Carlos Lorca era el segundo hombre más importante del Partido Socialista en la clandestinidad. Michelle Bachelet, por su parte, era una militante comprometida con la supervivencia de quien consideraba un amigo y probablemente el personaje más crucial en su formación política. De hecho, desde que asumió la Presidencia ha reconocido varias veces su respeto por la figura del doctor Lorca e incluso ha confesado que su hijo mayor se llama Sebastián porque ésa era la chapa de seguridad que su mentor usaba en la clandestinidad antes de que fuera apresado por la DINA en 1975 y, dos años después, se perdiera su rastro. Carlos Lorca hoy forma parte de la lista de detenidos desaparecidos.
La biografía más completa que se ha escrito sobre él se lanzará a fines de septiembre, y hasta la propia presidenta Bachelet -según aseguran en el PS- habría manifestado su interés en asistir. Titulado "Lorca, de la Reforma Universitaria a la Lucha Antidictatorial", el libro escrito por el periodista Juan Azócar reconstruye el liderazgo que el militante socialista ejerció en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, el ascendiente que tuvo sobre la actual mandataria y se explaya en la visión política "mesurada y reflexiva" que él tuvo casi en solitario dentro del PS, que en ese momento llamaba al gobierno de Allende a "Avanzar sin Transar".
El texto también aborda las diferencias irreconciliables que Lorca enfrentó con la dirigencia del PS, encabezada por Carlos Altamirano, y los difíciles meses de vida clandestina que antecedieron a su reclusión en Villa Grimaldi y en Colonia Dignidad. Para el autor de la investigación, lnvergadura de este personaje no se correspondía con la limitada bibliografía que existía de él: "A pesar de haber sido una figura importante y contemporánea por ejemplo a Miguel Enríquez, sólo existían pedazos de su historia y no un estudio profundo de él".
De la lucha a la moderación
Carlos Lorca, nacido en 1945, no tenía las cualidades propias de un líder político. No era carismático ni seductor, sino más bien tímido y parsimonioso. Según el libro biográfico, los rasgos que distinguieron su personalidad ya se revelaban en su adolescencia, cuando era un estudioso alumno del curso de Educación Cívica que impartía Patricio Aylwin en el Instituto Nacional. Sus compañeros aún recuerdan cuando dejó atónito al ex presidente con una disertación en clases sobre teoría marxista. Tenía sólo 13 años, pero manejaba ciertos temas con profundidad debido a que dedicaba gran parte de su tiempo libre a la lectura.
Según el texto de Azócar, su asma crónica y su contextura delgada lo orientaron poco al deporte y más a desarrollar su intelecto con una intensidad mayor a la de sus pares en el colegio. Su padre, un ingeniero de buen pasar económico que vivía con su familia en Macul, se sentía orgulloso por el buen rendimiento académico que tenía el mayor de sus cinco hijos. Llamaba la atención que, a tan corta edad, tuviera tanto interés en la actividad política. En 1958, el mismo año que sorprendió al profesor Aylwin en clases, Lorca siguió con la atención de un adulto el curso de la elección presidencial en que debutó Salvador Allende. Por supuesto que apoyaba al candidato del Frente de Acción Popular (FRAP).
En 1962, ingresó a Medicina a la Universidad de Chile. Por entonces simpatizaba con las posiciones más radicalizadas del PS que propiciaban la lucha armada, por lo cual en 1968 se sumó a la fracción del partido conocida como "Los Elenos", que entonces estaba inspirada en la guerrilla que impulsaba el Che en Bolivia. Lorca estuvo a punto de partir a ese país para integrar el equipo que asistía a los sobrevivientes del movimiento insurgente que había liderado el guerrillero. Al final, debido al declive de la organización, desistió de esa aventura. Ese año, además, contrajo matrimonio con la estudiante de Enfermería Gabriela Bravo, lo cual también influyó en no emprender el viaje.
Su paso por el ala más extrema del PS fortaleció su amistad con Beatriz "Tati" Allende, quien era un cuadro político importante dentro de "Los Elenos". Sin embargo, la hija menor y más cerca al ex mandatario socialista lo había conocido antes, mientras ambos estudiaban Medicina.
Imbuido en la efervescencia del proceso de reforma que se tomaba las universidades de todo el mundo, y con un discurso que apelaba a una revolución profunda del sistema educacional, Lorca arrebató en 1969 a la DC la presidencia histórica del Centro de Alumnos de su facultad. Simultáneamente, asumió como vocal de la FECH, donde se transformó en un entusiasta promotor del programa de la Unidad Popular. Progresivamente fue abandonando su postura proclive a una línea insurreccional hacia la "vía electoral" que propiciaba el gobierno de Allende.
En agosto de 1971 se transformó en el nuevo secretario general de la Juventud Socialista y reforzó su posición moderada: se alejó en forma irreversible de la opción radical que defendía el secretario general del PS, Carlos Altamirano. Así, la JS bajo su dirección profundizó sus diferencias con el partido. El actual vicepresidente del PS, Ricardo Solari, perteneciente también a la generación marcada por el liderazgo de Lorca, dice que la Juventud Socialista formó "una fisonomía propia, singularmente cercana al presidente Allende y, en muchos aspectos, disonante de la dirección que encabezaba Carlos Altamirano".
El senador Camilo Escalona, quien reconoce a Lorca como uno de sus mentores políticos, dice que la verborrea revolucionaria molestaba mucho al médico: "Hablar de incendiar el país, como se hizo en el Estadio Chile el 9 de septiembre de 1973, era algo inaceptable para él. Consideró que era una provocación que no debió hacerse".
El militante severo
En una carta que envió a Carlos Altamirano en 1971, Lorca fue muy claro: "Nuestro partido está lejos de ser el partido que dirigió la revolución bolchevique, muy lejos de ser una auténtica vanguardia revolucionaria". Además, acusaba a algunos militantes socialistas de usufructuar de cargos públicos en beneficio personal y amenazaba con que la "Juventud sería inflexible en denunciar todos estos casos a la Comisión de Control y Cuadros".
En esa época viajó a Cuba, donde conversó con Fidel Castro en La Habana. Inmediatamente tras su regreso, expulsó a un grupo de militantes radicalizados de la JS. Era la cara más severa de un Lorca que, pese a su carácter afable y una visión política ponderada, muchas veces sorprendió con su dureza doctrinaria. Algunos lo tildaban a sus espaldas de pro-comunista, pero él no se sentía aludido. Incluso, en su viaje a la Unión Soviética se sorprendió cómo ocultaban la figura del Che. Y cuando allí conoció una escultura de Joseph Stalin que tenía la vista fija en el piso, dijo -medio en broma, medio en serio- que parecía como si estuviera arrepentido de su pasado.
En lo que sí hay coincidencia es en la alta exigencia que imponía a los militantes de la JS. En 1970, por ejemplo, se formó una brigada de propaganda en la Facultad de Medicina que estaba integrada, entre otros, por la actual mandataria, quien ese año había ingresado a la universidad. Al igual que Lorca -que cursaba sus últimos años-, los jóvenes del grupo debían pintar murales en la noche y visitar los barrios populares para sumar adherentes a la UP. La biografía consigna que "Lorca era uno de los más entusiastas y participaba sin chistar en todas las acciones, aunque estuviera repleto del pruebas". Él también seleccionaba a los militantes mejor preparados para que oficiaran de instructores, entre los que estuvo Bachelet durante un tiempo. Lorca además envió a muchos jóvenes a estudiar a Cuba, a la RDA y a la Unión Soviética, lo cual abonaba los rumores de sus críticos acerca de una solapada conducta procomunista.
Vaticinio cumplido
Carlos Lorca tuvo una relación privilegiada con el ex presidente Allende, a quien conoció previo a su llegada a La Moneda. Su hija Beatriz los presentó varios años antes y la afición de ambos por el ajedrez estrechó el vínculo. De hecho, el mandatario lo invitaba a jugar algunas partidas al palacio presidencial o a su casa de El Cañaveral. En esas reuniones también hacían análisis de coyuntura, según cuenta Juan Azócar, pues el mandatario tenía mucha confianza política en el entonces secretario general de la JS.
Allende sentía simpatía por la condición de médico de Lorca y por la lealtad que él había expresado hacia su gobierno. Testigo de esa relación fue el senador Camilo Escalona, quien recuerda cuando en 1972 Lorca solicitó una audiencia con el mandatario en La Moneda para presentarlo a él como candidato de la izquierda a presidir la Federación de Estudiantes Secundarios (Feses). Escalona cuenta que el médico lo promovió con mucho ímpetu, pero que Allende no se mostró muy convencido. "No sé por qué, tal vez yo usaba el pelo muy largo en ese tiempo y no tenía mucha pinta de candidato", señala con humor.
El ex presidente fue uno de los principales promotores de la candidatura a diputado de Carlos Lorca por Valdivia. Según su biografía, en la zona estimaban que él era una mala opción por su "timidez y parsimonia", sin embargo ganó con holgura la elección de marzo de 1973 gracias a una intensa campaña donde participaron Michelle Bachelet, Ricardo Solari y Beatriz Allende.
En las semanas previas al 11 de septiembre, Carlos Lorca sintió la soledad política que vivía en su partido. Como representante de la tendencia minoritaria dentro del Comité Central, no encontró eco a su preocupación por la inminencia con que avizoraba el golpe militar. Su temor aumentó cuando el general Carlos Prats renunció a la Comandancia en Jefe del Ejército. En su biografía se relata que ese día de agosto de 1973, Lorca recibió un llamado de Beatriz Allende para advertirle que Prats estaba en La Moneda y que la expresión de su rostro hacía presagiar el peor escenario para su padre. Lorca decidió ir hasta allá para convencer a Prats. Sin embargo, cuando llegó a La Moneda el militar le anunció que ya había informado de su decisión indeclinable al presidente Allende. Minutos después, Lorca haría un presagio estremecedor a Escalona, quien lo había acompañado ese día. "Mientras caminábamos por la calle San Martín, recuerdo claramente que Carlos me dijo que con la salida de Prats el golpe era inevitable y la dictadura será muy larga", dice el senador.
Menos de dos semanas después, su vaticinio se cumplió. El 11 de septiembre encontró a Lorca en la casa de sus suegros, después de un largo viaje de Valdivia. Según su biografía, lo primero que hizo esa mañana fue dirigirse a la sede de la JS para eliminar documentos y dar las primeras instrucciones a los militantes reunidos allí. Luego pasaría por el Liceo de Artes Gráficas de Gran Avenida y, desde el techo, presenciaría el bombardeo a La Moneda. Ricardo Solari estaba con él en ese momento. "La sensación que tuve es que Carlos le atribuyó a ese hecho un poder premonitorio de lo que sería la dictadura", dice el actual vicepresidente del PS.
Clandestino
Carlos Lorca pasó a la clandestinidad en las horas posteriores al bombardeo de La Moneda. Se afeitó la barba colorina que lo hacía fácilmente identificable como parlamentario y adoptó la chapa de Sebastián. Días después decidiría quedarse en Chile para rearticular desde aquí una oposición al gobierno militar. Tomó esa opción en forma voluntaria y, según consigna el libro, con la casi certeza de que no saldría vivo. Para Solari, su decisión fue un "ejercicio de coraje y de valentía mayor".
En los casi 19 meses que pasó escondido en distintas casas de seguridad, Lorca vivió en condiciones muy difíciles, sin poder ver a su familia y, a veces, con una situación económica precaria. En la investigación de Juan Azócar, hay testimonios que revelan que algunos dirigentes clandestinos no contaban con dinero ni para pagar un boleto de micro. Incluso, esa precariedad se atribuye a la disputa que existía con la jerarquía del PS radicada fuera de Chile. Las profundas diferencias políticas entre Lorca y Carlos Altamirano se agudizaron con la fuerte crítica que el médico hizo a la responsabilidad del partido en los hechos que precipitaron el golpe militar. Además, Lorca propiciaba entonces la unidad con la DC para crear un frente antifascista. Quien llevó el documento con esas ideas a Erich Schnake, preso en ese entonces, fue Michelle Bachelet. Hasta su propia detención en enero de 1975, ella colaboró como correo y enlace de la cúpula del PS.
¡Es Lorca!, ¡es Lorca!
El 25 de junio de 1975 Carlos Lorca vivió sus últimas horas en libertad. Ese día se dirigió hasta la casa de calle Maule, en el centro de Santiago, donde se refugiaba en forma ocasional para eludir la persecución que sufría la dirigencia del PS en la clandestinidad. Según su biografía, mientras caminaba hacia su destino el médico no se percató de la camioneta C10 ni de los Fiat 125 que rondaban en las inmediaciones a la espera de su captura. Además, el banderín del Club Deportivo Audax Italiano instalado en una de las ventanas de la casa como "señal de normalidad" seguía intacto. Yolanda Abarca, ayudista de los dirigentes socialistas en la casa de Maule 130, no había alcanzado a retirarlo antes de la llegada de Lorca, pues los cuatro agentes de la DINA que lo aguardaban en la vivienda le prohibieron moverse durante las seis horas que permanecieron ahí. A las tres de la tarde, dice su biografía, se produjo lo inevitable: "El arribo de Lorca y el de su enlace (Carolina Wiff) a la ratonera montada por la DINA.(….)Yolanda recuerda que el dirigente sólo les dijo: 'Mi nombre es Carlos Lorca, soy su prisionero de guerra'".
Una hora después llegó esposado hasta Villa Grimaldi. La conmoción que causó su captura entre los agentes de la DINA aún es recordada con nitidez por otro de los detenidos en el recinto, quien relata en el texto de Azócar: "Ingresó un gran número de vehículos que tocaban sus bocinas y se oían carreras y gritos insistentes de ¡Es Lorca¡, hueón, ¡cazaron a Lorca!".
Con posterioridad, varios prisioneros declararon haberlo visto en ese centro de detención en condiciones físicas muy débiles debido a las sesiones de tortura. Uno de los últimos personajes en verlo con vida fue Juan Muñoz Alarcón, apodado el "encapuchado del Estadio Nacional". Según su versión, en octubre de 1977 -dos años después de su detención- vio a Lorca al borde de la locura producto de los apremios físicos y sicológicos padecidos durante su cautiverio. Después de eso, se acaban las pistas de su paradero.
Fuente: http://www.quepasa.cl
El médico Carlos Lorca, presidente de la JS a principios de los 70 y opositor a la vía radical que proponía Carlos Altamirano, marcó a una generación de jóvenes socialistas como Camilo Escalona o Michelle Bachelet. Con la mandataria hicieron trabajos partidarios en la Facultad de Medicina y siguieron en contacto después de que él pasó a la clandestinidad. Su historia -desde su niñez hasta su desaparición en un centro de detención de la DINA- se recoge en la primera biografía sobre él que se lanzará a fin de mes.
Por Claudia Farfán
Michelle Bachelet sabìa que no podía perder de vista al médico Carlos Lorca mientras ella cumpliese la tarea de ser su "sombra". En eso consistía justamente esa labor: acompañar a metros de distancia y en forma anónima a uno de los hombres más buscados por los organismos de seguridad del régimen militar. La presidenta tenía entonces 22 años, sin embargo aceptó esta misión de velar por la integridad de Lorca y de otros compañeros del Partido Socialista que se encontraban clandestinos. Incluso, en alguna ocasión ella ofició también de "chofer" para trasladarlo de un lugar a otro en Santiago y fue, además, uno de los pocos "enlaces" que tuvo acceso a la casa de seguridad de Chile España -una discreta casa blanca de ladrillo-, donde el médico se refugió junto a otros dirigentes de la cúpula del PS que permanecieron en el país tras el golpe militar.
En esa época, con solo 28 años, Carlos Lorca era el segundo hombre más importante del Partido Socialista en la clandestinidad. Michelle Bachelet, por su parte, era una militante comprometida con la supervivencia de quien consideraba un amigo y probablemente el personaje más crucial en su formación política. De hecho, desde que asumió la Presidencia ha reconocido varias veces su respeto por la figura del doctor Lorca e incluso ha confesado que su hijo mayor se llama Sebastián porque ésa era la chapa de seguridad que su mentor usaba en la clandestinidad antes de que fuera apresado por la DINA en 1975 y, dos años después, se perdiera su rastro. Carlos Lorca hoy forma parte de la lista de detenidos desaparecidos.
La biografía más completa que se ha escrito sobre él se lanzará a fines de septiembre, y hasta la propia presidenta Bachelet -según aseguran en el PS- habría manifestado su interés en asistir. Titulado "Lorca, de la Reforma Universitaria a la Lucha Antidictatorial", el libro escrito por el periodista Juan Azócar reconstruye el liderazgo que el militante socialista ejerció en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, el ascendiente que tuvo sobre la actual mandataria y se explaya en la visión política "mesurada y reflexiva" que él tuvo casi en solitario dentro del PS, que en ese momento llamaba al gobierno de Allende a "Avanzar sin Transar".
El texto también aborda las diferencias irreconciliables que Lorca enfrentó con la dirigencia del PS, encabezada por Carlos Altamirano, y los difíciles meses de vida clandestina que antecedieron a su reclusión en Villa Grimaldi y en Colonia Dignidad. Para el autor de la investigación, lnvergadura de este personaje no se correspondía con la limitada bibliografía que existía de él: "A pesar de haber sido una figura importante y contemporánea por ejemplo a Miguel Enríquez, sólo existían pedazos de su historia y no un estudio profundo de él".
De la lucha a la moderación
Carlos Lorca, nacido en 1945, no tenía las cualidades propias de un líder político. No era carismático ni seductor, sino más bien tímido y parsimonioso. Según el libro biográfico, los rasgos que distinguieron su personalidad ya se revelaban en su adolescencia, cuando era un estudioso alumno del curso de Educación Cívica que impartía Patricio Aylwin en el Instituto Nacional. Sus compañeros aún recuerdan cuando dejó atónito al ex presidente con una disertación en clases sobre teoría marxista. Tenía sólo 13 años, pero manejaba ciertos temas con profundidad debido a que dedicaba gran parte de su tiempo libre a la lectura.
Según el texto de Azócar, su asma crónica y su contextura delgada lo orientaron poco al deporte y más a desarrollar su intelecto con una intensidad mayor a la de sus pares en el colegio. Su padre, un ingeniero de buen pasar económico que vivía con su familia en Macul, se sentía orgulloso por el buen rendimiento académico que tenía el mayor de sus cinco hijos. Llamaba la atención que, a tan corta edad, tuviera tanto interés en la actividad política. En 1958, el mismo año que sorprendió al profesor Aylwin en clases, Lorca siguió con la atención de un adulto el curso de la elección presidencial en que debutó Salvador Allende. Por supuesto que apoyaba al candidato del Frente de Acción Popular (FRAP).
En 1962, ingresó a Medicina a la Universidad de Chile. Por entonces simpatizaba con las posiciones más radicalizadas del PS que propiciaban la lucha armada, por lo cual en 1968 se sumó a la fracción del partido conocida como "Los Elenos", que entonces estaba inspirada en la guerrilla que impulsaba el Che en Bolivia. Lorca estuvo a punto de partir a ese país para integrar el equipo que asistía a los sobrevivientes del movimiento insurgente que había liderado el guerrillero. Al final, debido al declive de la organización, desistió de esa aventura. Ese año, además, contrajo matrimonio con la estudiante de Enfermería Gabriela Bravo, lo cual también influyó en no emprender el viaje.
Su paso por el ala más extrema del PS fortaleció su amistad con Beatriz "Tati" Allende, quien era un cuadro político importante dentro de "Los Elenos". Sin embargo, la hija menor y más cerca al ex mandatario socialista lo había conocido antes, mientras ambos estudiaban Medicina.
Imbuido en la efervescencia del proceso de reforma que se tomaba las universidades de todo el mundo, y con un discurso que apelaba a una revolución profunda del sistema educacional, Lorca arrebató en 1969 a la DC la presidencia histórica del Centro de Alumnos de su facultad. Simultáneamente, asumió como vocal de la FECH, donde se transformó en un entusiasta promotor del programa de la Unidad Popular. Progresivamente fue abandonando su postura proclive a una línea insurreccional hacia la "vía electoral" que propiciaba el gobierno de Allende.
En agosto de 1971 se transformó en el nuevo secretario general de la Juventud Socialista y reforzó su posición moderada: se alejó en forma irreversible de la opción radical que defendía el secretario general del PS, Carlos Altamirano. Así, la JS bajo su dirección profundizó sus diferencias con el partido. El actual vicepresidente del PS, Ricardo Solari, perteneciente también a la generación marcada por el liderazgo de Lorca, dice que la Juventud Socialista formó "una fisonomía propia, singularmente cercana al presidente Allende y, en muchos aspectos, disonante de la dirección que encabezaba Carlos Altamirano".
El senador Camilo Escalona, quien reconoce a Lorca como uno de sus mentores políticos, dice que la verborrea revolucionaria molestaba mucho al médico: "Hablar de incendiar el país, como se hizo en el Estadio Chile el 9 de septiembre de 1973, era algo inaceptable para él. Consideró que era una provocación que no debió hacerse".
El militante severo
En una carta que envió a Carlos Altamirano en 1971, Lorca fue muy claro: "Nuestro partido está lejos de ser el partido que dirigió la revolución bolchevique, muy lejos de ser una auténtica vanguardia revolucionaria". Además, acusaba a algunos militantes socialistas de usufructuar de cargos públicos en beneficio personal y amenazaba con que la "Juventud sería inflexible en denunciar todos estos casos a la Comisión de Control y Cuadros".
En esa época viajó a Cuba, donde conversó con Fidel Castro en La Habana. Inmediatamente tras su regreso, expulsó a un grupo de militantes radicalizados de la JS. Era la cara más severa de un Lorca que, pese a su carácter afable y una visión política ponderada, muchas veces sorprendió con su dureza doctrinaria. Algunos lo tildaban a sus espaldas de pro-comunista, pero él no se sentía aludido. Incluso, en su viaje a la Unión Soviética se sorprendió cómo ocultaban la figura del Che. Y cuando allí conoció una escultura de Joseph Stalin que tenía la vista fija en el piso, dijo -medio en broma, medio en serio- que parecía como si estuviera arrepentido de su pasado.
En lo que sí hay coincidencia es en la alta exigencia que imponía a los militantes de la JS. En 1970, por ejemplo, se formó una brigada de propaganda en la Facultad de Medicina que estaba integrada, entre otros, por la actual mandataria, quien ese año había ingresado a la universidad. Al igual que Lorca -que cursaba sus últimos años-, los jóvenes del grupo debían pintar murales en la noche y visitar los barrios populares para sumar adherentes a la UP. La biografía consigna que "Lorca era uno de los más entusiastas y participaba sin chistar en todas las acciones, aunque estuviera repleto del pruebas". Él también seleccionaba a los militantes mejor preparados para que oficiaran de instructores, entre los que estuvo Bachelet durante un tiempo. Lorca además envió a muchos jóvenes a estudiar a Cuba, a la RDA y a la Unión Soviética, lo cual abonaba los rumores de sus críticos acerca de una solapada conducta procomunista.
Vaticinio cumplido
Carlos Lorca tuvo una relación privilegiada con el ex presidente Allende, a quien conoció previo a su llegada a La Moneda. Su hija Beatriz los presentó varios años antes y la afición de ambos por el ajedrez estrechó el vínculo. De hecho, el mandatario lo invitaba a jugar algunas partidas al palacio presidencial o a su casa de El Cañaveral. En esas reuniones también hacían análisis de coyuntura, según cuenta Juan Azócar, pues el mandatario tenía mucha confianza política en el entonces secretario general de la JS.
Allende sentía simpatía por la condición de médico de Lorca y por la lealtad que él había expresado hacia su gobierno. Testigo de esa relación fue el senador Camilo Escalona, quien recuerda cuando en 1972 Lorca solicitó una audiencia con el mandatario en La Moneda para presentarlo a él como candidato de la izquierda a presidir la Federación de Estudiantes Secundarios (Feses). Escalona cuenta que el médico lo promovió con mucho ímpetu, pero que Allende no se mostró muy convencido. "No sé por qué, tal vez yo usaba el pelo muy largo en ese tiempo y no tenía mucha pinta de candidato", señala con humor.
El ex presidente fue uno de los principales promotores de la candidatura a diputado de Carlos Lorca por Valdivia. Según su biografía, en la zona estimaban que él era una mala opción por su "timidez y parsimonia", sin embargo ganó con holgura la elección de marzo de 1973 gracias a una intensa campaña donde participaron Michelle Bachelet, Ricardo Solari y Beatriz Allende.
En las semanas previas al 11 de septiembre, Carlos Lorca sintió la soledad política que vivía en su partido. Como representante de la tendencia minoritaria dentro del Comité Central, no encontró eco a su preocupación por la inminencia con que avizoraba el golpe militar. Su temor aumentó cuando el general Carlos Prats renunció a la Comandancia en Jefe del Ejército. En su biografía se relata que ese día de agosto de 1973, Lorca recibió un llamado de Beatriz Allende para advertirle que Prats estaba en La Moneda y que la expresión de su rostro hacía presagiar el peor escenario para su padre. Lorca decidió ir hasta allá para convencer a Prats. Sin embargo, cuando llegó a La Moneda el militar le anunció que ya había informado de su decisión indeclinable al presidente Allende. Minutos después, Lorca haría un presagio estremecedor a Escalona, quien lo había acompañado ese día. "Mientras caminábamos por la calle San Martín, recuerdo claramente que Carlos me dijo que con la salida de Prats el golpe era inevitable y la dictadura será muy larga", dice el senador.
Menos de dos semanas después, su vaticinio se cumplió. El 11 de septiembre encontró a Lorca en la casa de sus suegros, después de un largo viaje de Valdivia. Según su biografía, lo primero que hizo esa mañana fue dirigirse a la sede de la JS para eliminar documentos y dar las primeras instrucciones a los militantes reunidos allí. Luego pasaría por el Liceo de Artes Gráficas de Gran Avenida y, desde el techo, presenciaría el bombardeo a La Moneda. Ricardo Solari estaba con él en ese momento. "La sensación que tuve es que Carlos le atribuyó a ese hecho un poder premonitorio de lo que sería la dictadura", dice el actual vicepresidente del PS.
Clandestino
Carlos Lorca pasó a la clandestinidad en las horas posteriores al bombardeo de La Moneda. Se afeitó la barba colorina que lo hacía fácilmente identificable como parlamentario y adoptó la chapa de Sebastián. Días después decidiría quedarse en Chile para rearticular desde aquí una oposición al gobierno militar. Tomó esa opción en forma voluntaria y, según consigna el libro, con la casi certeza de que no saldría vivo. Para Solari, su decisión fue un "ejercicio de coraje y de valentía mayor".
En los casi 19 meses que pasó escondido en distintas casas de seguridad, Lorca vivió en condiciones muy difíciles, sin poder ver a su familia y, a veces, con una situación económica precaria. En la investigación de Juan Azócar, hay testimonios que revelan que algunos dirigentes clandestinos no contaban con dinero ni para pagar un boleto de micro. Incluso, esa precariedad se atribuye a la disputa que existía con la jerarquía del PS radicada fuera de Chile. Las profundas diferencias políticas entre Lorca y Carlos Altamirano se agudizaron con la fuerte crítica que el médico hizo a la responsabilidad del partido en los hechos que precipitaron el golpe militar. Además, Lorca propiciaba entonces la unidad con la DC para crear un frente antifascista. Quien llevó el documento con esas ideas a Erich Schnake, preso en ese entonces, fue Michelle Bachelet. Hasta su propia detención en enero de 1975, ella colaboró como correo y enlace de la cúpula del PS.
¡Es Lorca!, ¡es Lorca!
El 25 de junio de 1975 Carlos Lorca vivió sus últimas horas en libertad. Ese día se dirigió hasta la casa de calle Maule, en el centro de Santiago, donde se refugiaba en forma ocasional para eludir la persecución que sufría la dirigencia del PS en la clandestinidad. Según su biografía, mientras caminaba hacia su destino el médico no se percató de la camioneta C10 ni de los Fiat 125 que rondaban en las inmediaciones a la espera de su captura. Además, el banderín del Club Deportivo Audax Italiano instalado en una de las ventanas de la casa como "señal de normalidad" seguía intacto. Yolanda Abarca, ayudista de los dirigentes socialistas en la casa de Maule 130, no había alcanzado a retirarlo antes de la llegada de Lorca, pues los cuatro agentes de la DINA que lo aguardaban en la vivienda le prohibieron moverse durante las seis horas que permanecieron ahí. A las tres de la tarde, dice su biografía, se produjo lo inevitable: "El arribo de Lorca y el de su enlace (Carolina Wiff) a la ratonera montada por la DINA.(….)Yolanda recuerda que el dirigente sólo les dijo: 'Mi nombre es Carlos Lorca, soy su prisionero de guerra'".
Una hora después llegó esposado hasta Villa Grimaldi. La conmoción que causó su captura entre los agentes de la DINA aún es recordada con nitidez por otro de los detenidos en el recinto, quien relata en el texto de Azócar: "Ingresó un gran número de vehículos que tocaban sus bocinas y se oían carreras y gritos insistentes de ¡Es Lorca¡, hueón, ¡cazaron a Lorca!".
Con posterioridad, varios prisioneros declararon haberlo visto en ese centro de detención en condiciones físicas muy débiles debido a las sesiones de tortura. Uno de los últimos personajes en verlo con vida fue Juan Muñoz Alarcón, apodado el "encapuchado del Estadio Nacional". Según su versión, en octubre de 1977 -dos años después de su detención- vio a Lorca al borde de la locura producto de los apremios físicos y sicológicos padecidos durante su cautiverio. Después de eso, se acaban las pistas de su paradero.
Fuente: http://www.quepasa.cl
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