QUINQUEN, UNA FORMA DE VIDA PROTEGIDA POR LA NATURALEZA.
Hace 16 años, por primera vez en mi vida, llegué a Quinquén. Este era un lugar lejos de todo, al que se llegaba por un caminos que eran apenas unas huellas mal dibujadas en la Cordillera. Conocí a los Melillán, casi todos eran de apellido Melillán.
Fruto de ese viaje, invité a unos amigos a mi casa, con quienes compartí esta experiencia. Entre ellos, estaba Jaime Ibacache, que, con su entusiasmo y sensibilidad social que lo caracterizan, propuso que había que hacer las gestiones para llegar con un equipo médico hasta Quinquén. Alguien, probablemente él mismo, habló con Fernando Muñoz, que a la zazón era Director del Servicio de Salud Araucanía. a los pocos días se disponía de un furgón del Servicio y de un equipo de voluntarios: Ana María Oyarce, Karin Berkhoff, Jaime Neira y otra gente de la cual no recuerdo sus nombres, que un día muy de madrugada, desde la que era mi casa en ese entonces, partieron a ese lejano Quinquén (El Pato Ruidíaz se "rajó" con un quintal de harina). Una vez de vuelta, nuevamente en mi casa, se hizo una reunión de evaluación de este viaje. Se llegó a la conclusión (era el año 91) de la impostergable necesidad de proponer la creación de un departamento de salud intercultural.
Hoy día, revisando mis correos, encontré uno que se refiere a Quinquén, en donde no se identifica al autor del mismo, pero me pareció tan interesante, que lo quise compartir contigo, aquí va:
Los hoy ancianos de Quinquén y sus nietos pueden respirar con tranquilidad sabiendo que el Estado los reconoce como dueños legales de la tierra que siempre han habitado.
La emblemática comunidad pehuenche de Quinquén ha recibido, después de 17 años, los títulos de dominio de sus tierras. El Estado reconoció los derechos de esta comunidad sobre este territorio cubierto de araucarias. Ocurrió a pocos días de celebrarse el Día Internacional de los Derechos Humanos y a pocos meses de la adopción de la Declaración de Naciones sobre Pueblos Indígenas. En el articulado de esta última se dice: "Los pueblos indígenas tienen derecho a las tierras, territorios y recursos que tradicionalmente han poseído y ocupado ". También ocurrió en un momento en que Chile va a ratificar el Convenio 169 de la OIT sobre Derechos de los Pueblos Indígenas.
El público puede haber olvidado que le debemos a Quinquén y al movimiento que encabezó la protección legal de la que ahora goza la araucaria. A fines de los 80 y principios de los 90, Quinquén aparecía en todos lados por ser el caso emblemático sobre temas indígenas y conservación de la naturaleza. El lonko llegó a decir que "¡Quinquén es más que una moda!". Una empresa maderera llegaba hasta la Corte Suprema para desalojar a las familias y explotar las araucarias. La comunidad iba a resistir el desalojo. La misma empresa en 1987 demandó al fisco y presionó para que terminara la prohibición de corta de este milenario árbol que regía desde 1976. En ese año, la Araucaria araucana había sido declarada monumento natural para protegerla de la corta que había disminuido a casi la mitad los bosques.
Comenzaban los gobiernos de la Concertación, se acercaba la conmemoración de los 500 años de la llegada de los españoles y una comunidad resistía la ocupación y la explotación de su árbol sagrado ante la mirada de la opinión pública. El entonces recién asumido gobierno decidió negociar con la empresa y comprar 26 mil 510 hectáreas, de las que 15 mil correspondían a bosques de araucarias nunca explotados. El compromiso era traspasarlas a la comunidad y regularizar su tenencia de la tierra. La situación de Quinquén parecía solucionarse. En 1990, la araucaria recuperaba su condición de monumento natural, prohibiéndose su corta e incluyéndose en los listados de la Convención Sobre el Comercio Internacional de Especies de Flora y Fauna Silvestre en Peligro (Cites) que impide su comercio internacional.
Pero Quinquén fue olvidada por los medios y el traspaso de los títulos se postergaba. En 2005, a petición de la comunidad, WWF , la organización mundial de conservación con el Observatorio Derechos de los Pueblos Indígenas, se unieron para apoyarla en la obtención de sus títulos. Luego de un arduo proceso, los hoy ancianos de Quinquén y sus nietos pueden respirar con tranquilidad sabiendo que el Estado los reconoce como dueños de la tierra que siempre han habitado y de los bosques que han sido su fuente de identidad y la base de su economía.
De esta historia debemos aprender algo. Conservar la naturaleza en territorios indígenas pasa por el reconocimiento de sus derechos. Los parques nacionales son necesarios pero no suficientes para resguardar los bosques y el mayor ejemplo es el devastador incendio que arrasó más de 20 mil hectáreas de varios parques y reservas que protegían la araucaria en el verano de 2002. Quinquén tiene una brigada contra incendios apoyada por WWF y coordinada con Conaf. Son los defensores de su árbol sagrado y merecen el reconocimiento de la sociedad. Conservar la naturaleza es un asunto de derechos humanos. Respetando los derechos de las comunidades indígenas podremos conservar los bosques y los recursos, otorgando condiciones de dignidad y justicia para ellas.
JORGE ROMERO
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